Por: Elko Omar Vázquez Erosa
La seguí bajo la fría llovizna
por un laberinto de paredes derruidas,
por oscuras habitaciones que goteaban.
Los árboles cantaron,
ella fue a sentarse junto al pozo:
esbozaba una sonrisa clara,
húmeda y eterna.
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
La seguí bajo la fría llovizna
por un laberinto de paredes derruidas,
por oscuras habitaciones que goteaban.
Los árboles cantaron,
ella fue a sentarse junto al pozo:
esbozaba una sonrisa clara,
húmeda y eterna.