Por: Elko Omar Vázquez Erosa
El Refugio,
la vieja hacienda dormida,
arrullada de memorias:
las palomas descansan
entre los barrotes de las ventanas
y el viento gime las quimeras
de los cerros
que se diluyen contra el cielo;
y grita la llanura atormentada
con recuerdo de ejércitos
y anhelos por la lluvia.
Bajo la sombra de los cuervos
los maizales lloran
con frutos rubios de sudor y sangre,
y la tierra olvida
en el sueño imposible de la tarde.

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