Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Un día, impulsiva como eras,
decidiste seguir el camino
de las flores amarillas
y anduvimos entre ruinas
de haciendas y ayeres.
Bebimos
de estanques silenciosos
y nos refugiamos de la lluvia
para que escribieras un poema.
Aquella vez
me contaste tus secretos
y pude ver
en el fondo de tus ojos
azules y llenos de tristeza.
Aquella vez fuiste mía
—lo recuerdo o lo imagino—.
Hoy, con las gotas pesadas
que llora el cielo
bebo la amarga ausencia
que dejaste.

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