Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Ya que en el suave roce de tus manos
se oculta la caricia
que refleja los ecos
de cascadas nocturnas,
de añejas melodías,
persistiré en buscar
ese puente de plata
que lleva a la montaña
donde yace la llama
de tu alma, clara y limpia.
Yo no me reconozco
si tus plácidos ojos me abandonan,
si los días se vuelven
helados desencuentros,
polvorientos caminos
plagados de fantasmas,
con rotas ilusiones
que ansían apurar
una copa de olvido.
Trataré de seguirte
más allá de los mares,
más allá de los sueños
que en las tardes lluviosas…
se van desvaneciendo.