Por: Elko Omar Vázquez Erosa
De mis manos nacían
los fulgurantes pájaros de plata,
los pálidos anhelos
que entonces, delirantes la buscaban,
y en las cimas heladas,
al roce de fantasmas silenciosos
conseguía escuchar
las voces, los riachuelos del deshielo.
Silueta recortada,
desdibujada en boreales auroras
—en los blancos caminos—
senderos que seguía… moribundo.
¡Diosa de plata amarga!,
¡Oh diosa de la muerte cadenciosa
que aguarda en los cristales,
en las brillantes noches del invierno!

Pulsar imagen