Por: Elko Omar Vázquez Erosa
La pequeña diablesa de larga y roja cabellera
es bailarina entre las doradas briznas de mi pipa:
aspiro las suaves, dulces bocanadas de humo azul
tumbado a la sombra de este monumento megalítico
en cuyas enormes rocas las espirales labradas,
apenas visibles bajo el musgo, cantan el origen.
El murmullo de los insectos me sumerge en un mundo
primigenio: la botella de whisky busca mis labios
y en el filo de un segundo, de un instante doloroso,
el paso de las edades es la danza congelada
de los árboles. ¡Y yo buscando con manos temblorosas
asir tu manto de sombras y fulgores sin retorno!
En la cazoleta de mi pipa la brasa agoniza
y la tarde teje, lentamente, una lluvia de plata.