Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Estudiaba en el bachillerato, había unos niños terribles que hacían desperfectos y Karla (ya toda una profesional del terror) y yo decidimos asustarlos. Mi cuarto estaba en el patio trasero: me había apoderado de las antiguas oficinas de papá e invité a los niños a invocar a un demonio con el Necronomicón. Los niños me desafiaron a intentarlo.
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